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Fue el tiempo que duró el abucheo al ex Presidente. Sí, porque los ambientalistas ayer lo pifiaron bastante en una charla sobre calentamiento global que organizó la U. de Chile, convirtiéndose –hasta el momento— en los únicos capaces de materializar el descontento colectivo que existe por Él.

Y es que –independiente de la posición política que uno tenga— este señor ha logrado impacientar a todos los sectores políticos, laborales y sociales.

Ejemplos hay muchos… Uno de ellos (para mi gusto impresionantemente insólito) fue lo ocurrido la semana pasada con el programa Contacto de Canal 13, donde la estación católica (tras meses de investigación) decidió exhibir un programa acusando las negligencias y falencias del Programa Puente de su Gobierno, que promete erradicar la pobreza y ayudar a las familias más desvalidas a tener viviendas más dignas y salir adelante con pequeños negocios. El spot televisivo partía con una cita del ex Presidente: “de aquí a tres años ningún chileno vivirá en la pobreza extrema”, prometía.

El tema es que sintiéndose con la misma facultad que tenía hace un año y tres meses, pide ver el programa antes que cualquier ciudadano normal, y lo peor de todo, pide derecho a réplica… ¡y se la dan! Es portada de diarios y revistas, aparece en todos los medios audiovisuales, el programa debe cambiar su spot publicitario y el ex Presidente se defiende —con conferencia de prensa citada por él— de “algo” que nadie más ha visto.

Y es así como se maneja este hombre de política. No se refiere a nada de lo que no quiere (como los casos de sobresueldos, Mop Gate, Transantiago, la gestión de la Presidenta Bachelet, entre otros). Y, a mi juicio, se toma atribuciones propias de un ministro de Estado.

Al menos tiene inteligencia en lo que es el manejo mediático, porque tiene la capacidad de vetar y censurar lo que quiere, sin que siquiera el cuarto poder se dé cuenta de ello… ¿O alguien se quejó cuando, durante su mandato, elegía a quiénes les contestaba las preguntas o quiénes lo acompañarían en sus giras?

Parece que los chilenos estamos acostumbrados a que nos hablen golpeado...